<< La primera noche me dormí sobre la arena, a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Estaba más aislado que un náufrago en una balsa en medio del océano. Imagínense, pues, mi sorpresa cuando al amanecer me despertó una extraña vocecita que decía:
- ¡Por favor... píntame un cordero! >>
- ¡Por favor... píntame un cordero! >
de 'El Principito', Antoine de Saint-Exupèry.
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