Este tramo del Camino fue desolador por tratarse de un páramo: largas lineas rectas entre campos de cereales donde durante mucho tiempo se ve exactamente lo mismo. Al inicio observé que en el lado derecho, a lo lejos, estaba Berdún y que su vista era preciosa, pero conforme transcurrían los kilómetros la visión de aquel pueblo se hizo saturante, parecía que nunca avanzaba.
Las bajadas en la etapa del día anterior pasaron factura provocandome dolores en las puntas de algunos dedos y un par de ampollas. Si a esto le sumamos que no probé bocado en toda la mañana y que no encontré ningún lugar donde pudiese comprar nada para comer, el resultado es que a los 28 km estaba totalmente destrozado. Así que cuando divisé Artieda desde debajo de la montaña no dudé un instante en acabar allí la etapa.
Cuando llegué al albergue estaba hecho polvo. Pedí cualquier cosa de comer y la hospitalera me puso unos garbanzos con patatas, pimientos y chorizo que resucitarían a un muerto. Creo que nunca me ha sentado tan bien una comida. La amabilidad también fue excelente. La misma hospitalera me invitó a acompañarle de paseo para mostrarme el pueblo y presentarme a los vecinos que había en la calle. Las vistas desde lo alto eran preciosas, divisándose las verdes alfombras que formaban los campos y el embalse de Yesa a lo lejos.
Por cierto, la hospitalera y su hija Raquel me contaron que el Plan Hidrológico Nacional pretende aumentar el nivel del embalse, lo que dejaría bajo el agua campos, más kilómetros de Camino (recordemos que es Patrimonio Mundial) y obligaría a emigrar a estas gentes a otras tierras, tal como ya sucedió cuando se creó el embalse (Ruesta p. ej. quedó abandonado). Esperemos que la insensatez de los políticos nunca llegue a tal fin y que personas tan maravillosas como estas puedan tener hijos, nietos y biznietos que continuen viviendo en estos pueblos en los que se atiende tan bien al peregrino.
2 comentarios:
Artieda, destacado urologo
¡Ya, debe ser el que te cortó lo tuyo para hacer el cambio de sexo!
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